Textos sobre la obra de Fabiana Rossi

Territorio Sagrado

Hay espacios y tiempos que nos marcan, nos constituyen, que hacen de cantero para que echemos raíces. El recorrido entre Hernando y Pampayasta que Fabiana Rossi hiciera durante sus años de formación, desde su casa natal hacia la de Molina Rosa -su maestro y mentor- ha ido cobrando, con el paso de los años, un nuevo significado. Dicho sentido, emerge ahora en imágenes que van de la sutileza fotográfica al drama matérico, a las órdenes de un dictado creativo repleto de onirismo y expresividad.
Como en el recuerdo, donde se superponen imágenes mentales de diferente orden, en las que un aroma evoca una cadena de sensaciones, colores y visiones, las obras de esta muestra amontonan capas de sentido. Unos sentidos tan éxtimos que, de momentos, parecieran rehuir de la consciencia de su creadora. Estas obras no sólo narran memorias de la infancia y de su primera juventud, registran especialmente quién es Fabiana hoy.
Mediante la superposición de elementos diversos a través del collage, y bajo el manto de una paleta que prefiere los colores tierra y los grises cromáticos, remite siempre a un suelo común. Coloca todo bajo un mismo cielo, donde conviven la añoranza y la nostalgia, no como melodía aciaga, sino como recordatorio imprescindible: la vida sucede allí, en los espacios donde permitimos que la experiencia suceda. Si nuestro propio Territorio Sagrado es, justamente, un mapa demarcado por las huellas del recorrido que hacemos, esta casa y esta porción de mundo son para Fabiana una suerte de templo profano, donde se conoció a sí misma como artista.

Florencia Ferreyra - Marzo de 2019